diumenge, 22 de març del 2009

Ruta de las Icnitas Sorianas

De todos los viajes que he realizado, recuerdo con especial cariño el del verano de 1999: La ruta de los dinosaurios. Por aquel entonces yo tenía 10 años y poco sabía de aquellos seres que durante millones de años habían poblado la tierra. Los dinosaurios vivieron en nuestro planeta, y dejaron para siempre en la Tierra algunas señales de su presencia.

Nuestra península es uno de los tantos territorios donde los paleontólogos han encontrado huellas de aquellos maravillosos animalitos. Y precisamente ir a descubrir aquellos recónditos lugares del centro peninsular donde se encontraban las huellas, técnicamente denominadas icnitas, era la misión de aquel verano.

Antes de realizar la ruta mis padres se documentaron bien acerca de estos animales a través de libros y nos explicaron a mi hermana y a mi algunos aspectos sobre estos seres que solo conocíamos levemente por el cine. En Busca del Valle Encantado o Parque Jurásico eran algunas de las películas que habíamos visto sobre dinosaurios.
En ésta última película, cómo en la mayoría donde aparecían los reptiles, la relación que se daba entre las personas y los dinosaurios no era demasiado afín y esto provocaría que socialmente en un principio se pensara en los dinosaurios como animales malignos, aunque con los años el mismo cine ha ido transformado esta visión y ha dado paso a la dinomanía, un fenómeno que extiende el interés por esos seres en la sociedad.

Mis padres nos explicaron que los dinosaurios habían poblado el planeta durante una inmensa era que abarca entre los 240 millones de años y los 65 millones de años, comprendendiendo así el Triásico, el Jurásico y el Cretácico. Había de muchos tipos y tamañazos pero todos ellos desaparecieron por causas que todavía se desconocen aunque la hipótesis más asentada sostiene que todo se debió a un fuerte cambio climático.

Hicimos las maletas y cogimos el coche rumbo a Soria, que es el lugar con más densidad de huellas de dinosaurio de toda España. Partimos hacia el principio de la ruta, el norte de Soria, concretamente la comarca de Tierras Altas que se sitúa en un territorio de más de 1000 metros de altura. En este lugar se encuentran las principales localidades sorianas que conforman la ruta de los dinosaurios: Yaguas, Santa Cruz de Yaguas, Bretún y Villar del Río . Aunque existen otros pueblos que también cuentan con reproducciones de dinosaurios.

Aquí recogemos un mapa de dicha ruta.



Siguiendo este itinerario, pudimos ver in situ las huellas que habían dejado estampadas los reptiles en algunas rocas. Su origen, dicen los expertos, se remonta a cuando las ahora sierras eran una enorme llanura deltica. Las improntas de gran variedad de dinosaurios, además de otros animales, quedaron fijadas en el territorio en período que comprendería entre hace 150 y 120 millones de años.

Yo pisando una de las rocas de Bretún con más huellas.


Para trasladar a los visitantes hacia la era de los dinosaurios, la diputación de Soria ha ido colocando en los puntos con más icnitas, reproducciones a tamaño real de los dinosaurios que dejaron en aquel lugar sus pisadas. Era lo que más nos gustaba. Bajar del coche y salir a ver las huellas y poder acercarnos a esos enormes saurios y tocarlos, parecía algo increíble. Imaginábamos entonces como debían ser aquellas tierras, hace millones de años, con dinosaurios caminando por las sierras, entre su densa vegetación, y bebiendo agua en los deltas y lagos de alrededor.

Yo y mi hermana en uno de esos dinosaurios.

También visitamos el pequeño museo paleontológico de Villar del Rio donde descubrimos más cosas sobre estos reptiles así como el estudio, el reconocimiento y el significado de sus icnitas.
Pero nadie puede dar por concluida la ruta, sin visitar a Sara. La bretunense más famosa y una de las mujeres que más sabe de dinosaurios en España.

Yo con Sara antes al terminar la peculiar visita.

Esta mujer, que debe de rondar los 70 años, tiene en su cabeza almacenada todas las huellas que dejaron los dinosaurios en su pueblo y diariamente atiende muy amable a todos los viajeros y curiosos que se acercan a su pueblo para descubrir las huellas. La recuerdo llena de energía, con su palo bien cogido que le iba sirviendo de bastón y de puntero, para señalar las partes de las icnitas mientras las recita rápidamente de memoria. Era divertido porqué mezclaba tecnicismo con palabras como “caca”, “jincado” o “culetazo”. Durante toda la hora que nos guió, no calló más de 20 segundos seguidos. Cuando finalizó todo el recorrido por Bretún, nos llevó a su casa para enseñarnos algunos fósiles que tenía guardados. Y al finalizar quién quiso pudo comprarle alimentos artesanales, además de ofrecerle su voluntad.


Como no podía terminar de otra manera, dejo aquí un video de Sara, para que juzguen ustedes mismos…








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